Tras el Mundial del 66, el fútbol en directo se limitaba a los partidos del Madrid en la Copa de Europa. Noches de miércoles inolvidables. Otra vez la música en la conexión a la red de Eurovisión y el milagro de las imágenes en blanco y negro. Sin cromos para pegar ni revistas especializadas, había que esperar al día siguiente para comprar Marca, recortar las alineaciones y las fotos del partido, pegar en la libreta cuadriculada y añadir los comentarios. Descubro al Inter de Helenio Herrera y Luis Suárez y un central que no marca, sino que se limita a barrer todo lo que se pierde cerca de su área: se llama Pichi y es el primer defensa-escoba que recuerdo. No se mucho del catenaccio, pero en impacta la presencia del gigante Faccheti en el lateral izquierdo, la técnica de Mazzola y Corso y la velocidad del brasileño Jair. Pude ver jugar al Inter contra el Madrid en los dos partidos de cuartos de final y los dos los ganó con autoridad. En la ida, en el imponente San Siro (treinta cinco más tarde pisé el césped en la previa de la final del Valencia-Bayern), 1-0 y en la vuelta 0-2 en el Bernabéu. Luego, en Lisboa, el Inter perdería la final ante un Celtic que se lo llevó por delante en la segunda parte. Años más tarde, descubrí que era el gran Inter del presidente Angelo Moratti, el padre de Massimo Moratti y H.H.
Sarti (1): Portero poco atlético que había triunfado en la Fiorentina. No era muy alto. Siempre vestido de negro, siempre tranquilo. Como si no estuviera en el partido, aunque en realidad era todo lo contrario. Nervios de acero y valiente en las salidas. Sobrio, ágil para sacar una mano imposible en la línea de gol. Había pasado la treintena y se le notaba en el físico. Siempre sacaba en largo desde el borde del área. Ya estaba en el Inter que ganó la Copa de Europa al Madrid en Prater vienés tres años antes. Huía de la teatralidad.
Burnich (2): Lateral derecho. Se pegó a Gento como una lapa en los dos partidos. Potente en corto, resistente, no subía tanto por la banda como Faccheti por la izquierda. En el Mundial de México'70 todavía mantenía sus virtudes de defensor. Uno de los primeros defensores polivalentes, ya que podía jugar como lateral de ambos lados o central.
Guarneri (5): Marcador central. Era un centrocampista al que H.H transformó en uno de los mejores centrales de la época. Se complementaba a la perfección con Picchi, con el que formó una de las parejas más fuerte de la historia de los equipos italianos. Había perdido velocidad, aunque mantenía la colocación y el sentido del juego. Vivía su última temporada en el Inter, ya que, tras la derrota en la final de Lisboa ante el Celtic, comenzó una renovación de la plantilla y dejó el club.
Pichi (6): Defensa libre. Una de las claves del equipo. Hombre libre, libero o defensa escoba como se conocía en España. Era el encargado de organizar el sistema defensivo y barrer todo lo que llegaba a su área. Interpretaba a la perfección su labor. Lateral derecho en sus inicios, un día Helenio Herrera lo probó como libero y en esa posición se quedó para siempre. Tácticamente era un portento. Siempre elegía bien. Nunca perdía la posición, tapaba los huecos que dejaban los otros, marcaba la línea y ordenaba.
Facchetti (3): El primer lateral ofensivo que recuerdo. Alto, delgado, fibroso, siempre mirando hacia el campo contrario. Fundamental en el equipo. Se desdoblaba en ataque hasta convertirse en un extremo izquierdo. Llegaba, centraba y regresaba a su posición. Zancada larga y elegante. Un fenómeno. Otro de los adelantados a su tiempo.
Bedin (4): No era un portento técnico, pero suplía sus carencias con el despliegue físico y mucho corazón. Centrocampista defensivo de fuerza, incansable y generoso en el sacrificio. Jugador de club. Había sustituido a Carlo Tagnin, fundamental en la primera Copa de Europa que ganó el Inter en Viena en 1964, y había estado en la conquista de la segunda ante el Benfica en el mismísimo San Siro un años más tarde. Su labor, siempre oscura, era la de marcar a la estrella del mediocampo rival. Todavía se recuerdan sus enfrentamientos con Gianni Rivera en los Milan-Inter. Era lo que en ciclismo se conoce como un gregario.
Jair (7): El toque brasileño del Inter de los sesenta. Extremo derecho puro. Carrera larga y regate hacia dentro. Desbordaba en corto por velocidad y en largo por potencia. Buena técnica y dribling mortífero. El gol que marcó bajo la lluvia en la final de 1964 ante el Benfica (un remate que se coló entre las piernas del portero Costa Pereira) le consagró. En vuelta, en el Bernabéu, jugó el versátil Domenghini, extremo diestro o falso delantero centro de larguísima carrera deportiva al que H.H hizó jugar en la banda contraria sustituyendo a Mario Corso en la ida en San Siro. Jair era un arma para el contragolpe por su velocidad.
Sandro Mazzola (8): Toda la carrera en el Inter. Parecía imposible acercarse al talento de su padre: Valentino Mazzola, que había muerto en la tragedia del Gran Torino en Superga, pero lo consiguió. Delantero moderno, adelantado a su época, con un excelente regate y mucho gol (116 tantos a lo largo de una carrera siempre en el Inter y 22 con la selección). Necesitaba metros para mostrar su juego, arrancaba desde lejos y acababa las jugadas. Factor desequilibrante de un Inter competitivo.
Capellini (9): Tenía la difícil misión de sustituir a Joaquín Peiró, el '9' del Inter en los años dorados. Delantero centro puro, rápido, potente, arrastraba a los centrales para abrir hueco. Buen rematador de cabeza. Técnicamente discreto, pero Helenio Herrera apreciaba su entrega. Frío, combinaba poco, pero tenía resolución. Alternaba la titularidad con pasos por el banquillo. Era parecido a Roberto Bonisegna, el '9' del Inter en años posteriores y de la selección italiana en el Mundial de México'70.
Luis Suárez (10): Con Picchi, una de las claves para entender el Inter de H.H. Uno de los mejores '10' de la historia. Sacrificado en la cobertura y majestuoso en la construcción del juego. Su traspaso millonario del Barcelona al Inter hizo historia. Inteligente, dominaba el juego y el equipo giraba a su alrededor. Jugaba en sesenta metros. Se adaptó a la perfección a un fútbol diferente como el italiano, más táctico y menos ofensivo en esa época, en el que muchos equipos jugaban a no encajar goles. Regista (organizador) con dotes de mando y llegada. Además, tenía un carácter ganador que lo convertía en un jugador competitivo al máximo.
Mario Corso (11): Partía desde la izquierda, pero era mucho más que un extremo zurdo. Solía acabar las jugadas por el centro. Elegante en la carrera y el manejo del balón. Conducción perfecta y técnica depurada. Levantaba la cabeza y colocaba el balón donde quería. Ayudaba a Luis Suárez en la construcción del juego.
Helenio Herrera: Marcó historia en un Inter que se ha pasado décadas buscando un entrenador parecido a H.H. Mourinho se le acerca en algunas cosas. Amaba el protagonismo y ser el centro de atención. Dominaba la escena y acaparaba presión. Entrenó al Barcelona, emigró al Inter llevándose a Luis Suárez y comenzó a construir el Gran Inter de los sesenta. No inventó el 'catenaccio', porque ya estaba inventado años antes, lo adaptó a su idea y creó un estilo. Manejaba el fútbol. Durante la semana calentaba el ambiente y mentalizaba a sus jugadores. Era tan bueno o mas en la concepción táctica como en la piscología adaptada al mundo del fútbol. Adelantado a su tiempo, fue uno de los primeros entrenadores en concentrar a sus futbolistas, controlar la dieta y en espiar a los rivales, algo inexistente hasta ese momento. El primero en participar en fichajes y negociar contratos de jugadores con los directivos.
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